Argumento: Un día desde el amanecer hasta el anochecer, con varios personajes intentando tomar un tren para escapar de la espiral descendente en la que se encuentran. (FILMAFFINITY)
Comentario: Desazón y amargura circulan por el film con la misma desidia por la que transcurren las vidas que se retratan. Con el tono más sombrío de una China áspera se presencia la honestidad brutal del asqueroso presente de unos personajes con una proximidad casual y una misma decadencia. Difícil imaginar otro ritmo con el que se decide abordar la historia que aquel parsimonioso acompañamiento cercano de los hechos y personajes pero a la vez tan distante a la hora de tomar partido.
A aquellas miradas sin ilusión se suman los gritos acompañados de largos silencios, el deambular por las calles y la violencia casi siempre en fuera de campo, para estilizar este fuerte drama social tan complejo y profundo en su crítica. La crítica a una sociedad apabullante para juzgar, engañar y desechar. La que oprime a débiles y no se espera la reacción contenida de los que callan y estallan. Una sociedad virtual y poluta que agrede sin censura y multiplica la desinformación.
El descontento es compartido y el desconcierto es factor común entre las relaciones familiares, las de amistad y las amorosas. Víctimas y victimarios de la confusión, esperan una respuesta o una salida a su zozobra; esa que bien sabe trasladarse de la pantalla al espectador durante las casi 4 horas de metraje. Con una extensa morosidad se perciben los sentimientos por los que atraviesan los cuatro protagonistas. Ese trasegar casi que en tiempo real, sin elipsis, deja más certezas que dudas sobre las intenciones reflexivas del director, unas que apuntan a la amargura y el padecimiento de una sociedad enfermiza.
Una ópera prima, y curiosamente última película, de un director que decidió irse de este plano terrenal dejando esta inquietante obra cinematográfica cuando apenas se estaba finalizando. Un film no aptopara impacientes y esquemáticos de la industria.
Véanla, al ritmo de cada quien.
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A aquellas miradas sin ilusión se suman los gritos acompañados de largos silencios, el deambular por las calles y la violencia casi siempre en fuera de campo, para estilizar este fuerte drama social tan complejo y profundo en su crítica. La crítica a una sociedad apabullante para juzgar, engañar y desechar. La que oprime a débiles y no se espera la reacción contenida de los que callan y estallan. Una sociedad virtual y poluta que agrede sin censura y multiplica la desinformación.
El descontento es compartido y el desconcierto es factor común entre las relaciones familiares, las de amistad y las amorosas. Víctimas y victimarios de la confusión, esperan una respuesta o una salida a su zozobra; esa que bien sabe trasladarse de la pantalla al espectador durante las casi 4 horas de metraje. Con una extensa morosidad se perciben los sentimientos por los que atraviesan los cuatro protagonistas. Ese trasegar casi que en tiempo real, sin elipsis, deja más certezas que dudas sobre las intenciones reflexivas del director, unas que apuntan a la amargura y el padecimiento de una sociedad enfermiza.
Una ópera prima, y curiosamente última película, de un director que decidió irse de este plano terrenal dejando esta inquietante obra cinematográfica cuando apenas se estaba finalizando. Un film no aptopara impacientes y esquemáticos de la industria.
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