Ága (2018)


Argumento: En una cabaña, en los campos abarrotados de nieve del norte, viven Nanook y Sedna, siguiendo las tradiciones de sus ancestros. Su vida empieza a cambiar cuando cazar se vuelve más difícil, los animales empiezan a morir de forma extraña y el hielo empieza a derretirse cada vez más.

Comentario: Una vida ajena en una escenario blanco y frío y un espacio amplio a la contemplación proporcionan una experiencia sensorial fascinante, gracias a su vez por la exquisita fotografía que elige la película. El búlgaro Lazarov supo entender las bondades del lenguaje cinematográfico para construir un relato donde unas imágenes potentes, unos largos silencios, el sonido del lugar y unas cuantas palabras bastan para abordar con fuerza una realidad particular, y en este caso, distante. 

Más allá del complejo estilo de vida elegido o heredado por sus protagonista, está la nostalgia del cambio, inevitable o evitable, de la tierra, de los paisajes, de los territorios. Esa nostalgia brindada a través de las conversaciones, en medio del silencio, enriquecen el drama de un film que se apoya en las dificultades que afrontan este par de viejos para sobrevivir en su mundo simple, puro y alejado del modernismo. 

La sensibilidad de los habitantes de este frío norte es inquietante. La percepción de los cambios a través del oído, de la vista, del tacto; evocan tantas capacidades perdidas u olvidadas por un hombre que ahora se aleja cada vez más de la conexión natural. El film en su sencillez resulta complejo, especialmente cuando la relación con sus hijos sale a flote. Ellos que quisieron romper la tradición y el estilo de vida heredado, parecieran corroborar lo ineludible del cambio, del progreso entre comillas, del deterioro de los territorios. Y esa añoranza por mantener sus costumbres pareciera debilitarlos más, como si de hueco profundo se abriera con el pasar del tiempo, sin retorno, sin salida.