Gou Zhen (2024) 🇨🇳



Argumento: En los alrededores del desierto de Gobi, en el norte de China, en los días previos al inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín, Lang, un exconvicto, regresa a su ciudad, ahora semiderruida y casi fantasmal, en la que apenas queda ya gente. Allí se encariña con un perro negro desvalido que le acompañará en su recorrido al interior de este árido lugar que un día fue un hogar. (FILMAFFINITY)

ComentarioEn Black Dog, la atmósfera habla antes que cualquier diálogo. Hay algo seco, árido, que recubre cada escena, como si el abandono también tuviera textura. Las calles polvorientas, las vallas metálicas, los silencios largos: todo está dispuesto para que el espectador sienta lo que ella siente. No hay un afuera amable ni un adentro seguro. Incluso los perros —que ladran, persiguen, marcan el territorio— refuerzan esa sensación de amenaza constante. Allí encajar se libra con paciencia y resistencia.

Hay una distancia prudente entre el hombre y el perro, como si ambos compartieran la misma herida de desconfianza. No hay violencia, entre ellos, pero tampoco entrega inmediata. La cercanía se construye a base de tiempo, de espacio, de una paciencia casi ritual. Esa relación —seca, contenida, pero profundamente significativa— se convierte en reflejo de su vínculo con el mundo. Nada se da por hecho. Toda conexión exige una espera. En un entorno hostil, hasta la lealtad necesita cautela.

La película no solo ocurre en el desierto, nace de él. Esa aridez polvorienta no es decorado: es lenguaje. En ese entorno seco, sin concesiones, el relato encuentra su tono: una mezcla de desolación, resistencia y esperanza contenida. El espacio no acompaña, impone su propio ritmo, como si fuera el verdadero narrador de la historia. 



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